Plantas silvestres de la Sierra de la Demanda
La hierba de San Cristóbal (Actaea Spicata) crece sobre todo en los bosques caducifolios y sombríos, frecuentemente sobre un suelo calizo.
El tallo es erecto, mide de 30 a 60 cm y tiene hojas alternas, grandes y bipinnatisectas.
Las flores, agrupadas en racimos terminales, son regulares y hermafroditas. Tienen cuatro o cinco sépalos, blancos o amarillentos. Los pétalos, que suelen ser cuatro, son lineales y blancos. El número de estambres es elevado y variable. La polinización es llevada a cabo por el viento y los insectos.
El fruto es una baya negra y lustrosa con un tamaño similar al de un guisante.
La hierba de San Cristóbal es tóxica y su olor es desagradable. Contiene una saponina, la acteína, que al ser absorbida puede provocar una hemolisis (rotura de los glóbulos rojos).
Esta planta es común en todo el continente europeo, pero hacia el sur sólo se encuentra en las montañas.
Actaea Erythocarpa, que crece en el noreste de Europa, se distingue de la Actaea Spicata en que sus frutos son rojos y más pequeños al madurar. Algunas especies de Asia central o América del norte, son cultivadas como plantas decorativas, sobre todo como plantas aisladas en los parques.
Esta planta dicotiledónea tiene su época de floración entre los meses de mayo y junio.
Virtudes medicinales:
- Usado en homeopatía contra reumatismos articulares de manos y pies.
- Tónico del corazón.
- Utilizado como insecticida.
- No se recomienda su uso por ser tóxico.
- Los campesinos la utilizaban para cauterizar las heridas del ganado.
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